El día 20 de abril de 1932, el diario Avance publicaba un artículo anónimo ("Hecho curioso en Manzaneda") donde se denunciaba el clima de inseguridad reinante en Olloniego y sus pueblos próximos, así como la pasividad y dejadez de sus funciones por parte de la Guardia Civil de dicho puesto, achacando este problema a la permisividad de una República que en este -como en tantos otros aspectos- seguía defraudando a los socialistas.
Es un dato que conviene recordar aquí a cuantos siguen identificando la ideología de los revolucionarios asturianos con la barbarie, el alcohol, la delincuencia, etc., tal como haría poco después (desde octubre de 1934) interesadamente la literatura contrarrevolucionaria escrita principalmente por curas o plumíferos al servicio de la reaccionaria República, para la cual los mineros llevaban rabo y olían a azufre... No. Todo lo contrario. Robustiano Hevia -que así lo denuncia en algunos artículos (vid. infra)- y el resto de los líderes de octubre no sólo defendieron la culturización del pueblo, la regeneración intelectual y moral de los obreros (mediante la creación de bibliotecas, centros culturales, cooperativas, etc.), sino que además sabían que dicha regeneración o "emancipación" cultural no podía asentarse más que mediante un orden; entendido éste, por supuesto, no en el sentido clasista (ultramontano, eclesiástico, caciquil) defendido por las fuerzas vivas, sino como convivencia pacífica e igualitaria de trasfondo netamente comunal, marxista.
Pues bien, esta noticia publicada en Avance utiliza para su denuncia el intento de robo sufrido por Robustiano Hevia -por entonces corresponsal de Avance en Olloniego y La Manzaneda- en su propio domicilio, sobre el que da numerosos detalles. La casa donde vivió Tano con su esposa entre 1930 y octubre de 1934 no está situada exactamente en La Manzaneda sino en El Portalgo: un diminuto núcleo de población sobre el río Nalón que atraviesa la vieja la carretera AS-242 que enlaza Mieres y Oviedo, por aquella época la única que comunicaba estas dos ciudades y, por ende, las cuencas mineras con la capital del Principado. He reproducido aquí el artículo en cuestión, publicado en Avance y que refiere los hechos sucedidos sobre las tres de la madrugada del 19 de abril de 1932.
Robustiano recordaría este incidente meses después (6 de septiembre de 1932) en su artículo "¡Así está la República!" (vid. infra), para denunciar este clima de delincuencia e inseguridad en la zona, y afirmando que fue dicha experiencia la que le animó a solicitar -sin éxito, por cierto- su licencia oficial para el uso de arma corta: "Hace varios meses he solicitado el uso de arma corta de la primera autoridad de la provincia, al objeto de garantizar mi defensa después de haber sido víctima de un atentado personal a mano armada, por tres desconocidos, y del cual he salido prodigiosamente ileso"...
Es un dato que conviene recordar aquí a cuantos siguen identificando la ideología de los revolucionarios asturianos con la barbarie, el alcohol, la delincuencia, etc., tal como haría poco después (desde octubre de 1934) interesadamente la literatura contrarrevolucionaria escrita principalmente por curas o plumíferos al servicio de la reaccionaria República, para la cual los mineros llevaban rabo y olían a azufre... No. Todo lo contrario. Robustiano Hevia -que así lo denuncia en algunos artículos (vid. infra)- y el resto de los líderes de octubre no sólo defendieron la culturización del pueblo, la regeneración intelectual y moral de los obreros (mediante la creación de bibliotecas, centros culturales, cooperativas, etc.), sino que además sabían que dicha regeneración o "emancipación" cultural no podía asentarse más que mediante un orden; entendido éste, por supuesto, no en el sentido clasista (ultramontano, eclesiástico, caciquil) defendido por las fuerzas vivas, sino como convivencia pacífica e igualitaria de trasfondo netamente comunal, marxista.
Pues bien, esta noticia publicada en Avance utiliza para su denuncia el intento de robo sufrido por Robustiano Hevia -por entonces corresponsal de Avance en Olloniego y La Manzaneda- en su propio domicilio, sobre el que da numerosos detalles. La casa donde vivió Tano con su esposa entre 1930 y octubre de 1934 no está situada exactamente en La Manzaneda sino en El Portalgo: un diminuto núcleo de población sobre el río Nalón que atraviesa la vieja la carretera AS-242 que enlaza Mieres y Oviedo, por aquella época la única que comunicaba estas dos ciudades y, por ende, las cuencas mineras con la capital del Principado. He reproducido aquí el artículo en cuestión, publicado en Avance y que refiere los hechos sucedidos sobre las tres de la madrugada del 19 de abril de 1932.
Robustiano recordaría este incidente meses después (6 de septiembre de 1932) en su artículo "¡Así está la República!" (vid. infra), para denunciar este clima de delincuencia e inseguridad en la zona, y afirmando que fue dicha experiencia la que le animó a solicitar -sin éxito, por cierto- su licencia oficial para el uso de arma corta: "Hace varios meses he solicitado el uso de arma corta de la primera autoridad de la provincia, al objeto de garantizar mi defensa después de haber sido víctima de un atentado personal a mano armada, por tres desconocidos, y del cual he salido prodigiosamente ileso"...
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