Olloniego
La reorganización del Cuadro Artístico
Hoy, al hacerse los exámenes reflexivos sobre vencedores o vencidos en nuestra noble contienda, me place haceros constar, estimados camaradas discrepantes, que ninguna indiferencia tendréis por vuestra parte como tampoco de vosotros la esperamos, pues no olvidemos que las asambleas socialistas suelen ser fuertes luchas titánicas, y necesarias en el campo de la democracia, para esclarecer o mejor acertar sobre la trayectoria que nos sigue conduciendo hacia los postulados de nuestros fines.
Así pues, camaradas, demos una vez más nuestra colaboración entusiasta a los nuevos componentes de este Cuadro Artístico, que los entusiastas camaradas Isaías y Román [Deago] han de dirigir desde hoy en adelante para bien de la cultura general de nuestro pueblo, donde la doctrina socialista ha contribuido tan eficazmente a su emancipación social, librándola de ese cacicato impúdico que encarnan los incondicionales serviles de los pueblos.
Y a vosotras, mujeres, hermanas de las madres que hoy lloran la pérdida de sus hijos en la guerra chino-japonesa, y cuyos mártires allí nada perdieron, sino el imperio del capitalismo, hemos de deciros, que mañana serán los vuestros los que el turno fatídico capitalista os llenará de dolor, si antes vuestra unión no se impone por medio de la Internacional Socialista, que ha de prescindir la civilización mundial aboliendo las fronteras que el egoísmo y la barbarie impusieron a los pueblos.—Robustiano Hevia.
(Avance, 3-3-1932, pág. 7)
Diálogo matrimonial
-Vamos a ver-me dice-. ¿Por qué en Olloniego se siguen casando por la iglesia y bautizando los hijos como si aquí no hubiere ocurrido nada?
—¡Oh, compañera—exclamo—, es cierto que nuestra Constitución es laica; que nuestro Gobierno ha separado la Iglesia y el Estado, aunque todavía perciben una tajada que estaba mejor engordando el presupuesto de Instrucción Pública, pero lo que no puede hacer el Gobierno es expulsar a Dios por decreto.
—Hombre... ¿Pero es que el casarse tiene algo relacionado con ése que nuestros vecinos dieron en llamarle Dios, cuando el casamiento no es más que otro vulgar contrato de los muchos con que se relaciona nuestra existencia y para cuya legalización los demás no llevan requisitos legales?
—¡Perfectamente! Si cuando los curas se unieron a las amas o cuando éstos autorizaron la prostitución, se hubieran hecho el acto bautismal, hoy tendríamos otras inútiles tradiciones más.
—Luego, si estamos de acuerdo, ¿qué haces todos los días en Olloniego con tu propaganda social y laica si aún no lograste imponer el laicismo?
—Eh, compañera—la increpo—, abajo el extremismo. Según los síntomas del cura en sus peroraciones yo había de estar en Fuerteventura y según tú, por mi culpa, no está él.
—Bueno, no hubo en mis palabras ánimo de molestia alguna hacia ti , y en vista de esas aclaraciones apruebo la labor.
—Bien; continuaré con mi propaganda para separar la iglesia y los cerebros, pero ahora quiero que me digas por qué diste lugar a esta interpelación.
—Hombre, pues precisamente hoy sostuvimos, como antes supusiste, un fuerte debate sobre casamientos civiles, y otros problemas que urgen resolverse, tales como oponerse a esas guerras horrorosas que autorizan los hisopos cristianos, a cambio de gloriosa eternidad; transformar los maestros salvo (honrosas excepciones), para que la revolución cultural sea un hecho; urbanizar los pueblos y facilitarles atractivos, necesarias normas para llegar a abolir las fronteras que a la humanidad impuso la barbarie egoísta de los capitalistas!
—¡Oh... admirable programa si a esto agregamos el problema agrario! Pero tenéis que tener en cuenta que para solucionar esos fundamentales problemas, necesitamos entrar de lleno con nuestra lucha de clases, puesto que los republicanos al defender la propiedad privada —aun en nombre del radicalismo— son tan burgueses como los caudillos Lerroux, Melquiades...
—¡Deja, no sigas! Las mujeres sólo tenemos dos caminos: el de las prostituidas monarquías caciquiles de los regímenes burgueses, o la Revolución Social de la justicia popular. Pero nunca esos términos medios.
—Bueno, en lo sucesivo les dices a tus contrincantes políticas, que las injusticias de todo régimen republicano, forman la causa de nuestra doctrina Socialista revolucionaria.
—¡Ah! Oye. Sabrás que estamos en Semana Santa o mejor dicho, en semana de descarguen.
—¿Cómo de descarguen?
—Pues muy sencillo. Durante esta semana y a cambio de una bula, evacuarán las conciencias sus más grandes pecados, sin que esto quite que el que robó la madera a nuestra familia reciba unos estacazos después de las indulgencias plenarias.
—¡Ah! Ya decía yo para mis adentros que algo raro estaba pasando esta semana, al ver que los maestros no dan clase hasta el lunes, y que a las cinco de la mañana, al sonar el repiqueteo de las campanas, despertaba lleno de miedo soñando con la inquisición.
—¡Ah, los maestros! Estos ahora están mejor que antes, porque celebran las fiestas republicanas y las monárquicas religiosas.
—¡Bueno! Supongo que por hoy estarás satisfecha de haber explanado tus discrepancias. Mañana, si AVANCE publica nuestro diálogo, no te sirva de pretexto para acogerte al divorcio.
—Lo veremos... —R. H.
(Avance, 31-3-1932, pág. 3)
Cuando el cura anda a higos, ¿qué harán los vecinos?
Con otros camaradas, soy reo (según el diario patarata) de lesa tapia, por haber penetrado dentro del recinto cadavérico para quitar unos obstáculos provisionales que unos delegados del cura hubieran colocado detrás de la puerta al objeto de reforzarla contra la verdadera voluntad de todo un pueblo, en defensa de un respetado cadáver que en vida pidió se cumpliera su voluntad.
Ante tales precedentes, yo por mi parte he de concretar mi defensa ante el Juez de esta forma:
"Señor: Es cierto que hemos penetrado dentro del recinto cadavérico por las mismas pisadas que marcaron los que penetraron la víspera por la noche, para poner los obstáculos que motivaron nuestra excitación. Es cierto que las llaves se hallaban en poder del señor cura, el cual interpreta el papel de San Pedro, reservando la entrada en el cementerio para los justos que mal puede juzgar él. Es cierto que nos entregaba las llaves si renunciábamos a adherir nuestras banderas al duelo, y, además, nuestro camarada Oliveira no pedía respeto para nuestros muertos al mismo tiempo que agradecía a la concurrencia. Es cierto que la hidrofobia de algunos cavernícolas estuvo a punto de gangrenarnos, impulsados por los fueros que el privilegio de la desigualdad ante la ley ha incrementado hasta el 14 de abril. Pero no es menos cierto, señor juez, que este cementerio pertenece a Juan Pueblo, soberano en este caso, por encima de San Pedro y de toda esa carcomida magistratura que sigue mal gobernando los destinos de nuestros renovados pueblos.
Ya sabemos, señor juez, que si nosotros hubiéramos aceptado el armisticio de nuestra claudicación seríamos absueltos, por lo cual usted esperaría nuestro agradecimiento. ¡Oh, señor juez, jamás las claudicaciones! Le deseamos un momento de reflexión al tiempo de dictar nuestra condena, puesto que si es verdad que hemos cometido la falta que produce este delito, no es menos cierto que hemos sido impulsados a purgar el pecado de los primeros.
Ante el pueblo son condenados los primeros; ante los cortinones del juzgado, fácil será lo contrario. En este caso, hermosa sería la condena.—Robustiano Hevia.
(Avance, 8-5-1932, pág.7)
Hacia la solución de un conflicto
Ahora bien: Al presentársenos un conflicto local que afecta a todo un importante pueblo, yo, como predidente de la Juventud Socialista, me permito exteriorizar una fórmula viable para examen y reflexión de los jóvenes socialistas, tan necesitados de la intervención para su capacitación en los conflictos de capital y trabajo, tanto en el presente como en el futuro.
Se trata en el actual conflicto (según el administrador, Sr. Quintana) de buscar la economía equivalente al cese de 43 obreros, de los cuales han de ser entre los no picadores, ya que éstos son muy necesarios para la explotación de las toneladas de carbón que necesitan para completar los compromisos de sus grandes contratos. ¿Quiere esto decir que nos encontramos ante la aparente crisis hullera que vienen presentando otras importantes Empresas asturianas? No. Puesto que en este grupo no sólo no se apila una tonelada de carbón, sino que hay que recurrir a las horas extraordinarias (mientras otros huelgan) para completar el cargue ordinario de los antes citados compromisos.
Aceptando la propuesta del Sr. Quintana sobre el cese de los 43 obreros, que equivalen a razón de 25 días mensuales, a 1.075 jornales, que a razón de nueve pesetas término medio, importan su ansiado ahorro de 9.675 pesetas, nos encontramos ante tan fácil solución:
Las 9.675 pesetas mensuales, que significan el ahorro del Sr. Quintana equivalen a 242 toneladas de carbón en limpio, suponiendo un término medio de su precio en 40 pesetas. Ahora bien: como para producir 242 toneladas habría que arrancar 450 en bruto, éstas serían distribuidas a razón de 18 toneladas por día, de los 25 de trabajo, con el solo empleo de cinco picadores que se excluirían de entre los sobrantes que hoy ocupan otras categorías.
En esta forma quedaría solucionado el conflicto, al mismo tiempo que se evitaría la pérdida de algunas horas en el lavadero, durante la jornada ordinaria, por falta de carbón, porque sólo en dos ramplas no se trabaja. Además, en esta nueva solución los obreros que hoy alternan en la conservación, no cesarían un solo día, evitando con esto el trastorno en las galerías que accidentarán el paso de los caballistas, los cuales mermarán considerablemente la actual producción; obstáculo que no tiene en cuenta el señor Quintana en su elástica economía.
¡Obreros de Olloniego! Este conflicto es uno más de los muchos que diariamente se vienen produciendo entre el capital y el trabajo.
He aquí por qué nuestra emancipación es tan necesaria para evitar la habilidad tirana de toda la burguesía. Pero piensa que la huelga ha de emplearse después de los razonados argumentos, y nunca como vosotros lo hacéis, quebrantando la disciplina, tan necesaria para luchas mayores.—Robustiano Hevia.
(Avance, 15-5-1932, pág. 6)
De la pasada huelga
Olloniego
Estos anarco-sindicomunistas (más conocidos por tortilleros de la burguesía) no cesan un solo momento de provocar conflictos. Y como son tan fáciles las habilidades, no solamente embarcan a los suyos, sino que además levantan la ira contra la Unión General de Trabajadores y el Partido socialista. Pues esa masa de opinión -aparentemente- que les sigue, más demagógica que democrática, más contrarrevolucionaria que revolucionaria, azuza incomprensiblemente el sistemático procedimiento de estas huelgas, dirigidas contra los gloriosos organismos antes citados, y a los cuales deben estos tortilleros la libertad que disfrutan para perturbarlos. "Cría cuervos y te sacarán los ojos".
Ahora bien: qué han de hacer los obreros de la Unión General de Trabajadores ante estos movimientos retrógrados y contra sus propias huestes, si como tal satisfacen los ansiosos apetitos burgueses? ¿Han de secundarlos siendo el blanco sufridor? No. La cuerda nunca debe de admitirse en casa del ahorcado. En ese caso, se debe de llevar a casa del verdugo. He aquí la acción directa: cuerda homicida que jamás un obrero de consciencia sindical y política clara debe de admitir, si no quiere pasar a la categoría de héroe superviviente, puesto máximo que existe en el verdadero prodigio de estas luchas que vienen mal librándose entre capital y trabajo.
Hemos tenido la corroboración de cuanto queda expuesto en líneas anteriores, con la sola reflexión sobre el actual conflicto planteado por el Ramo de la Edificación de Asturias, pues mientras este Comité dirige la huelga contra la burguesía, los tortilleros intentan derivarla hacia el ministro de Trabajo, camarada nuestro, que viene prestando su colaboración al régimen republicano, imponiendo su valer en esa nueva legislación social que muchos países quisieran para ellos, al igual que nosotros también se las deseamos.
¿Qué nos demuestra esta contradicción? Que si estos movimientos lograran los fines apetecidos, es decir, provocar una crisis de los ministros socialistas, como anhela la prensa de la derecha dirigida por "El Noroeste", el triunfo de la burguesía sería grande, porque la tortilla en este caso hubiera sido servida en bandeja. Este fue el peligro de la pasada huelga. La evitación de esta complicación que los dos extremos quieren imponer: unos que si la huelga es cuestión de trato a favor, otros que su acción directa no admite los Jrados Mixtos. Todo ello serán dos cosas distintas, pero concretamente no es más que un fin común.
Repito una vez más que la consciencia sindical y política (emancipación plena que nos disgrega del inculto campo anarco-sindical, en éste como en otros pasados momentos), la tenemos que emplear para indigestarles la tortilla que con nuestras... yemas quieren servir en bandeja los tortilleros de la burguesía.—R. H.
(Avance, 3-6-1932)
Un pueblo incomunicado
El pasado domingo hemos salido mi camarada Calderón y yo a un acto de "charlas fraternales" que habían organizado los compañeros que formaron la reciente Agrupación Socialista de La Mortera.
El día se presentó verdaderamente hecho un cavernícola. Los que no vivimos el diluvio nos creíamos ante él.
Para ponernos en camino, yo animaba a mi camarada con la pastoral reciente del obispo, en la cual recomendaba las oraciones "pro suspensión de lluvias" (hablo en castellano) al objeto de que el campesino pudiera terminar la siembra tranquilo.
Mi camarada no confía en el milagro, pero no obstante acepta mis ruegos y nos encaminamos hacia La Mortera.
Cuando íbamos llegando a lo más cumbroso del camino, éste está intransitable. El milagro no se presenta. Pero el ímpetu de los jóvenes socialistas arrolla los obstáculos, hasta llegar al destino apetecido.
Ya dentro del local, somos presentados por el camarada Belarmino García (actual corresponsal de AVANCE en dicho pueblo) que mejor le llamaríamos panadero del espíritu, puesto que no en vano y gracias a su entusiasmo, reparte cuarenta y cinco ejemplares de nuestro diario.
Lo más importante de la "charla fraternal" ha sido, sin duda alguna, la parte que se relacionaba con las necesidades más perentorias del pueblo, tales como la carretera, el alumbrado eléctrico y un lavadero. Estas peticiones son las que por ahora preocupan a esta nueva entidad, por las que ya comenzó las negociaciones.
También cuenta como iniciativa en el presente la formación de una biblioteca y la adquisición de un aparato de radio.
Nosotros, por nuestra parte, encarecemos a los concejales del Ayuntamiento de Oviedo, rediman en lo posible a los desamparados vecinos de La Mortera, que vienen luchando diariamente por esos intransitables caminos, para proveerse de las materias ordinarias de la vida.
Para que los llamados a resolver estas anomalías se den perfecta cuenta de su estado, sepan que por humanidad no gastarían una sola peseta más en la capital sin antes poner remedio a estos males.
¡Ciudadanos de La Mortera! En el sostenimiento de es grandiosa Agrupación Socialista tenéis vuestra propia emancipación. —Robustiano Hevia.
(Avance, 24-6-1932, pág. 3)
Una función social cristiana
Domingo de festival socialista. Nuestra Juventud organizó una excursión triunfal al "Picu Sierra". Un hermoso autocar enarbola nuestra orgullosa bandera. También carteles alusivos que reclaman alcaldes como el de Sama, que la fatídica guerra no se proclame, puesto que el proletariado internacional no se disputa (exceptuando sus propias vidas en plena lucha) más que el egoísmo criminal burgués.
Regresados de tan gloriosa excursión, nos disponemos a asistir a una función que nos anuncian en el Salón Iberia: "La diferencia de castas". Atractivo para despedir el día socialista que nuestro entusiasmo nos llevó a organizar.
Presentada la obra en escena observamos entre otros personajes la presencia de un cura que con bastante discreción llevaba el peso de la obra, imponiéndose ante un duquesado para que un hijo de éstos reconociera, casándose con ella, el pecado cometido con una plebeya.
¡Elástico papelón el de tal cura! ¡Desilusión grande la nuestra! Nos creíamos ante una función social marxista y nos encontramos con una función social cristiana.
Los que somos supervivientes de la tiranía romana, no admitimos por ningún concepto la imposición revolucionaria por medio de la resignación cristiana, cuando ésta consintió la explotación del hombre fomentando con ello la desigualdad de castas. Hay que tener en cuenta que la acumulación de la riqueza incrementa el instinto criminal burgués, como lo demuestra el hecho de que el capitalista pone en peligro primero la vida de los obreros que el riesgo de sus intereses.
Se suele decir que algunos ricachones hacen obras misericordiosas amparando instituciones caritativas. Pero no nos damos cuenta de que si no hubiera esclavos no habría poderosos. He aquí por qué la limosna cristiana es necesaria con cuenta gotas, para conllevar la necesaria plaga plebeya que sirva incondicionalmente a esta privilegiada casta.
De la Compañía nada diremos sino que en las dos funciones sociales que nos anunciaron para días próximos, contando con el público socialista de este pueblo, no incurran en el mismo prejuicio social cristiano, ya que nuestro socialismo es marxista revolucionario.—Robustiano Hevia.
(Avance, 30-6-1932, pág. 3).
¡Así está la República!
Hace varios meses he solicitado el uso de arma corta de la primera autoridad de la provincia, al objeto de garantizar mi defensa después de haber sido víctima de un atentado personal a mano armada, por tres desconocidos, y del cual he salido prodigiosamente ileso. Dicha solicitud adjuntaba todas las condiciones legales que requiere que esta clase de trámites, exceptuando el informe de la autoridad competente de todo pueblo modernizado democráticamente con el régimen de la actual República. Ello dio lugar a que la primera autoridad de la provincia reclamase dicho informe de la autoridad del pueblo a sabiendas de que ésta me iba a ser adversa por informes particulares, pero fidedignos, que tenía de mí, con relaciones políticas hacia ella. Y ahora pregunto yo; señor gobernador: ¿Sería posible un informe favorable de quien me quiso expulsar de una junta general de la Sociedad de Socorros mutuos, en tiempos de la dictadura, porque acusaba ciertos mangoneos de sus amistades? ¿Sería posible un informe favorable de quien, en el movimiento revolucionario de deciembre, procedió a mi detención por orden de un cacique, para propinarme una paliza de marca que solían darla los esbirros de la monarquía, lo que no consiguió por imposición de la manifestación que formábamos? ¿Sería posible un informe favorable de quien fue por mí calumniado por ciertas negligencias en el servicio policíaco?
Con estos antecedentes, bien descontado estaba el informe desfavorable para mi solicitado uso de armas. Lo contrario de lo que ocurre cuando lo solicitan los cavernícolas locales (en particular los reformistas), aunque luego gritan contra el “enchufismo socialista”.
Esto no quita para que en cuantos intentos preparen contra la República, como el recientemente sofocado, haya sido yo de los primeros en manifestarme con la roja bandera de la Juventud Socialista, como presidente de la misma, dispuesto a marchar hacia ese gobierno civil, en defensa del régimen que concede las armas a sus enemigos para que nos quiten las narices cuando la ocasión se les presente. ¡Así está la República!
Señor gobernador: En la reciente circular que publicó en el “Boletín Oficial”, sobre la retirada del uso de armas para revisión de las mismas, tiene la oportunidad de evitar el armamento de los ene migos del régimen, si para reintegrarlas a los interesados no confía en el visto bueno de los comandantes de puesto de la Guardia civil, de los respectivos pueblos.—Robustiano Hevia.
(Avance, 6-9-1932).
Los especuladores del carbón
Cuando surgen problemas que afectan al interés general de todo un pueblo o nación, ni un solo ciudadano debe vivir al margen de tales problemas, pese a toda la independencia de los medios económicos de que viva. Esta forma de pensar ratifica nuestra convicción en el socialismo marxista, que lleva en sí, por razón de humanidad, la redención de todos los oprimidos por la unión de todos aquellos que sentimos la causa común.
Desde la egoísta guerra europea venimos en Asturias sintiendo los latigazos del descrédito de nuestros carbones, y por consecuencias derivadas de tales anomalías, la crisis hullera que hoy priva del sustento a muchas familias proletarias. Dicho descrédito dio lugar a aque el glorioso Sindicato Minero se enfrentara cuantas veces lo creyó necesario con los Gobiernos de la fenecida monarquía al objeto de hacer unas pruebas de nuestra hulla en los buques de la Escuadra española, pruebas que dirigió el sabio ingeniero don Luis Adaro, con éxito frente a las demás hullas extranjeras.
No obstante, hoy se sigue hablando de la inferioridad de nuestros carbones (“Coge buena nota y acuéstate a dormir; si la coges mala no podrás vivir”). ¿Por qué? Fácil respuesta: cuando la guerra europea, el egoísmo de los patrones hulleros les impulsó al embarque de aquellas famosas pirámides que formaban las respectivas escombreras, mientras los pobres fogoneros y maquinistas de aquellos barcos que se abastecían en nuestros puertos, sufrían el sobreesfuerzo del trabajo, la impotencia del barómetro y la agonía de los náufragos.
Hoy son vivos una serie de especuladores intermediarios y pequeños patronos, que después de concertar los pedidos del tonelaje en menudos y hechas las correspondientes pruebas del análisis en las propias estaciones de embarque, intercalan en distintos vagones un porcentaje considerable de carbones de río con nombres ajenos a los verídicos compradores y consumidores, al objeto de librarse de las reglamentadas pruebas del análisis, hasta “introducirlo” en el barco cuando la ocasión les sea propicia.
He aquí una cuestión importante. Nada de pruebas, que ya nos sobran, sino una rigurosísima fiscalización en busca de los especuladores, que son los que hoy siguen contribuyendo al descrédito de nuestros carbones. Antes fue la burguesía imperialista. Las consecuencias desgraciadamente siguen sufriéndolas los mismos que fueron y son despojados del sudor, pero, que no lo serán.—Robustiano Hevia, presidente de la Juventud Socialista.
(Avance, 23-9-1932)
Me permito denunciarles públicamente el abandono general que viene advirtiéndose en este pueblo sobre la instrucción primaria, dada la existencia en el mismo del divorcio de padres y maestros. Los primeros jamás dieron importancia a los maestros que desgraciadamente desfilaron por esta Escuela, como lo demuestra el hecho de que hasta el día de hoy nunca en esta Escuela se celebró una Exposición de trabajos escolares, correspondiendo a esto los pusilánimes padres, con el aislamiento de sus hijos a la asistencia de la misma. Los segundos, como no tuvieron ni tienen un inspector de primera enseñanza que les exija cumplimiento por medio de visitas trimestrales, y la colaboración de los padres, se encuentran impotentes para llevar una verdadera obra pedagógica a los cerebros semianalfabetos de tanto niño.
Tal es la actual degenaración. ¿Qué importa la grandiosa obra pedagógica que impulsa el maestro de instrucción pública si no se someten los encargados de aplicarla? Esto, señores del Consejo Provincial de Segunda enseñanza, lo pueden corrregir ustedes por medio de multas a los padres que permitan la no asistencia de sus hijos a las clases, y los correspondientes castigos al maestro que incurra en el ineludible deber. Claro, que, esta clase de denuncias, debían de ser oficiales y avaladas con las firmas de los padres, pero, como éstos son tan responsables y perjudicados con estas medidas como el maestro y el inspector, mal pudieran adjuntarlas, lo que hago yo como corresponsal de AVANCE y en nombre de los desdichados niños que serán víctimas (de continuar estos procederes) del semianalfabetismo.
Para corroborar la veracidad de estas realidades, sólo tendría que hacernos una visita cuanto antes una Comisión de ese Consejo Provincial, y comprobarían sobre los textos pedagógicos de los alumnos los lamentables trabajos que ejecutan.
Termino lamentando las susceptibilidades que pueda herir mi modesta pluma, consecuentes de los servicios que la guían por los intereses generales. Confiándoles la solución de estos abusos.— Robustiano Hevia.
(Avance, 9-10-1932).
“Pasarán a ser propiedad del Estado los bienes inmuebles, joyas y objetos de arte destinados al culto y clero, pudiendo el Estado, por motivos de necesidad pública justificada (como en este pueblo—agrego yo—) disponer de esos bienes para otros fines distintos de aquellos señalados”.
Hemos de empezar por reconocer que hoy, observando la asistencia de los que acuden a la iglesia y de los que acuden a las escuelas, apreciamos una desproporción grandísima, pues mientras los niños permanecen hacinados en los distintos locales escuelas, sin otro campo de recreo que la peligrosa carretera (que hasta el día de hoy lleva producidos varios accidentes, entre los cuales hace días registramos uno mortal, , y que desgraciadamente no será el último, de continuar este estado de cosas), contamos con el grandioso edificio iglesia, holgadísimo de extensa capacidad para su escasa concurrencia, que pudiera servirnos dividiéndolo en las suficientes aulas, para facilitar enseñanza a cuantos niños hubiera en el pueblo. Además, cuenta con un hermoso campo anexo, que sería un verdadero campo infantil.
La iglesia pasaría a ocupar el local escuela. Es decir, un cambio de locales que solucionaría este viejo problema, con la correspondiente reparación al edificio iglesia, pues el local escuela para iglesia, teniendo en cuenta que quedan suprimidos los campanarios (según proyecto-ley), nada tendría que reparar. Siendo todos estos inmuebles del Estado, y la necesidad de este pueblo tan notoria, la solución no debía hacerse esperar un momento mas. —Robustiano Hevia.
(Avance, 28-10-1932)
Olloniego
Recreos infantiles
La película se titulaba “El crimen de Lord Arthur”.
Si hubiera visto el anuncio de dicha película en uno de los teatros profesionales , nada me hubiera extrañado, puesto que éstos nunca buscan los medios instructivos, sino el reclamo económico; pero no en esa sociedad, que lo realiza con miras altruistas en pro de la recreación infantil de todos los niños del pueblo que voluntariamente quieran asistir por la insignificante cantidad de diez céntimos. Por lo mismo, las películas que han de servir para forjar el espíritu del niño, jamás podrán ser aquellas que reflejan los crímenes de un mundo incivilizado. ¿Es que las enseñanzas instructivas que requiere la civilización de las nuevas generaciones del presente, han de marchar basadas en el instinto sanguinario de esa historia que nos sonroja?
No, señores socios. Las películas recreativas en misión tan delicada son aquellas que muestran la obligatoriedad al trabajo, la fraternidad entre los pueblos, la mecanización del mundo, las aficiones escolares, el odio a las armas; en síntesis: la verdadera pedagogía moderna.
Para corroborar estas realidades no tenemos más que examinar las conquistas de la iglesia sobre los cerebros infantiles. Lo mismo ocurre hoy con ese sistema recreativo que familiariza con la muerte a esas generaciones a las que debemos resguardar de tales vergüenzas humanas.-Robustiano Hevia.
(Avance, 1-12-1932)
Teniendo en cuenta el entusiasmo de ese pueblo, creemos satisfacerles en lo posible para alentarles en el camino a seguir por medio de estos actos culturales que tanto contribuyen al florecimiento del anhelo emancipador de la clase trabajadora.
Así, pues, esparamos que acudáis, camaradas y simpatizantes de La Mortera, a recibir no sólo los conocimientos culturales que puedan ofreceros en escenas, sino el entusiasmo y la admiración que por medio de vuestro Cuadro Artístico os envían los jóvenes socialistas de Olloniego, como homenaje sincero a vuestra obra.—Robustiano Hevia.
(Avance, 8-12-1933)
Olloniego
La creación de una Cooperativa de consumo
En el primero, para luchar directamente contra la codicia patronal. En el segundo, para luchar tambén contra esa codicia y ara obtener diversos beneficios que nos mejoren nuestro estado y ponernos en condiciones de que dirijamos un día -no lejano- la producción.
Y en el cooperatista, para que contrarrestemos la expoltación de que somos víctimas como consumidores y para que adquiramos prácticas y enseñanzas convenientes a nuestros intereses.
En nuestro país somos muy pocos los que hemos acudido al campo cooperatista (más vale tarde que nunca), debiéndose esto, sin duda, a no habernos fijado lo suficiente en la utilidad de militar en él.
Nosotros sabemos que en general los que nos venden los artículos que necesitamos para atender a nuestro alimento y al de nuestras familias no pecan de escrúpulos y, por lo mismo, suelen quitarnos en el peso, y si pueden en la calidad (acudiendo a la adulteración) parte de lo que nos cobran a buen precio.
Ese mal lo podemos evitar recurriendo al cooperativismo, porque en él entrégase al consumidor el precio justo de lo que compra, sin alterar lo más mínimo la calidad del artículo.
Nosotros sabemos también las utilidades que obtienen los que se dedican a la venta de lo que nos es preciso para la vida. Pues bien: si apelamos al cooperativismo, esas utilidades pueden ser nuestras y las podemos aplicar, parte al desarrollo del mismo sistema, y parte a educarnos y a remediar nuestras necesidades en caso de enfermedad, o huelga.
Claro que todo esto no lo podemos alcanzar inmediatamente y que habremos de hacer antes unos pequeños desembolsos y gastar alguna actividad: pero, compaleros, ¿hay modo de conseguir provechos positivos sin trabajar y realizar esfuerzos? No. Los obreros que en otros países han logrado mediante el cooperativismo tener tiendas, almacenes, panaderías, fábricas y hasta buques, todo empleado en sus servicios, han trabajado mucho y efectuado considerables esfuerzos.
Examinando la historia del cooperativismo, llegamos a la conclusión de que todas se iniciaron modestamente, muy modestamente; pero a fuerza de constancia, de tenacidad, de cariño por la obra emprendida y de una honradez inmaculada, han llegado a poseer lo que acabo de apuntar.
Lo mismo haremos nosotros: ahora comenzar modestamente la tarea cooperatista, y mañana, en virtud de la actividad que hayamos desarrollado y del empeño que hayamos puesto en su crecimiento al esplendoroso campo de los grandes resultados.
En este momento somos una treintena de socios, en su formación, y los cuales nos comprometemos a ponerla en práctica; y lo lograremos.
Muchos miles de pesetas venimos dando a los que nos surten de cuanto consumimos; es decir, a cuantos enemigos luchan contra nuestra propia causa, no sólo en el campo económico, sino en el político. Precisamente en estos días últimos, se pudo observar en las columnas de este periódico los numerosos boicots impuestos a determinados comerciantes por la conducta caciquil durante el período electoral. Este proceder no conduce a la solución del problema, sino a un simple cambio de abastecedores más o menos encubiertos.
Así pues, si tenéis voluntad, si sois hombres perseverantes, la mayor parte de ese beneficio puede ser nuestro, puede servir para remediar muchas de nuestras necesidades. El cooperativismo es capaz de llevar a cabo tan hermosa obra.
¡Acudid a él, compañeros! ¡Acudid a él dispuestos a trabajar con toda el alma! - Robustiano Hevia.
(Avance, 14-12-1933)
Olloniego
Hay que recoger a ese pobre hombre
El caso es que este desamparado hombre, durante el día es alquilado como burro de carga por unos y otros de no grandes escrúpulos, a cambio de arrojarle un pedazo de pan, y la noche por abandono, para que sirva de monigote durante varias horas a otros cuantos mozalbetes en estado salvaje, educados por la sociedad burguesa, que cubrió de caballeros a los estafadores profesionales y enseñó a mofarse de los humildes harapientos.
Termino haciendo un llamamiento a las autoridades locales tanto para que procedan en consecuencia a la detención y entrega del interesado a sus familiares, o en otro caso que lo recluyan en un manicomio, de donde será fácil se haya evadido. ¿Podrá ser, señores de la autoridad?
Mientras tanto proceden las autoridades (aunque suelen ser activas), voy a recomendar a las "mamás" que tanto quieren a sus niños, que este desventurado también se pudiera dar el caso de tener madre, y sería conveniente reprendieran a los suyos para que los respetaran los demás.
Y eso imbéciles, mayores en edad, y menores en dignidad ciudadana ¿No estarían mejor capacitándose para que lleguen a saber cuando se ríen de sí mismos? - Robustiano Hevia, presidente de la Juventud Socialista.
(Avance, xx-3-1934)
Luchemos
He aquí como para pulverizar la monstruosidad arraigada en el sistema capitalista creador e impulsor del producto de su generación sanguínea, que ha de humanizar el vasallaje sometimiento que describe en los horrores de su horrible historia, no nos puede complacer una semana de agitación, que no pasará de hacerles guardarse en sus madrigueras (vulgo, cavernas urbanizadas) momentáneamente ante la impetuosidad juvenil revolucionaria que se manifiesta disciplinadamente en cualquiera de los momentos que el clarín belicoso que posee la Federación de Juventudes Socialistas españolas así lo ordene.
Aceptamos esta semana la agitación antifascista como principio de la continua organización tanto espiritual como material, que ha de exterminar esta plaga, obstáculo de nuestra redención humana. De nuestra emancipación económica. Esto, camaradas, no puede ser obra de una semana. No olvidemos la suerte que corren austríacos, alemanes, italianos, polacos, etc.
¡Jóvenes Socialistas! Quien pierde la mañana, pierde la tarde.
Echarnos a la calle inesperadamente, no. Mientras tanto, vayamos conquistando los posibles conocimientos clasistas y adeptos para nuestra noble causa revolucionaria. Los jóvenes no tenemos derecho al descanso en la trayectoria revolucionaria, hasta no imponernos sobre la tumba del régimen burgués.- Robustiano Hevia.
(Avance, 31-7-1934)
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